viernes, 6 de febrero de 2009

El Malestar de la Cultura

Una psicoterapeuta hondureña de larga experiencia a quien respeto mucho, coincide conmigo en que nuestras sociedades soportan culpas resultantes, no solo de deformaciones y manipulaciones religiosas, pero también de tradiciones populares particularmente basadas en concepciones morales antojadizas o totalmente fuera de contexto.

Es sorprendente saber que aun la forma de transitar por las aceras era, hace poco mas de cien años, "reglamentada", sin mencionar el protocolo involucrado en las comidas; no se trataba simplemente de comer disfrutando de la compañía, como ahora parece ser la norma, sino que, para que el disfrute fuera pleno para ambas partes era necesario abstenerse por ejemplo de:

  • Chuparse o morderse un mechón de cabello
  • Morderse las uñas o cutículas (de las manos por supuesto)
  • Sentarse con las piernas separadas o con las piernas cruzadas o torcidas de una manera poco convencional
  • Masticar goma de mascar mientras se hablaba
  • Tener un cigarrillo en los labios mientras se hablaba
  • Rascarse o pellizcarse la cara
  • Aplicarse maquillaje o peinarse en la mesa de comer
  • Llevar esmalte de uñas descascarado, uñas partidas o maltratadas


Todas las reglas anteriores quedan hoy disculpadas aceptando que cada cual carga con las consecuencias de sus actos... ¡No vamos a echarnos cargas ajenas!...O ¿sí?
Algunas otras, a mi juicio, no fueron más que simples extensiones del sentido común:
Fumar sin haber pedido permiso a los presentes ("fumar es nocivo para la salud" y resulta mas afectado el fumador pasivo).


Cometer la indiscreción de hacerle alguna pregunta íntima a alguien en voz alta: Hey "vo", la chava (o el chavo) con quien te vi anoche ¿era tu novia (o novio)?
Usar un cepillo o peine sucios.


La culpa es una de las cargas invisibles (pero no menos aplastantes) más dañinas, con las que tenemos que negociar a lo largo de nuestras vidas; lo alarmante es que la gran mayoría de nosotros moriremos sin siquiera sospechar que pudimos habernos librado de muchos bojotes emocionales innecesarios y seguramente haber sido más felices en nuestro paso por la vida. Freud, quien a lo largo de su vida trató a centenares de personas afectadas por el sufrimiento emocional y sus terribles consecuencias, ya había detectado en sus pacientes esta fuente de psicopatologías y trató brevemente el tema en su libro: "El Malestar en la Cultura".

Freud: "Cultura no significa ilustración o formación intelectual, sino el conjunto de las normas restrictivas de los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el orden social. Aunque en el mundo cultural haya un sinfín de valores positivos, como la exaltación de la convivencia con sus múltiples relaciones sociales, o la producción y el goce del arte, sin embargo, estos mismos valores provienen de una sublimación, y en general, de una renuncia a la satisfacción de las pulsiones libidinosas que provocan siempre una indefinida inquietud." Tomado del sitio Web de Ramón Alcoberro.


A fin de cuentas parece ser que Freud tenia razón: Es evidente que nuestra naturaleza humana nos seduce y nos lleva a no luchar contra nuestras debilidades.


Una inspección a la Internet con Google, muestra una radiagrafía del comportamiento humano actual en la Web; para el día y hora de publicación del presente monólogo habían:

  • 346,000,000 de sitios dedicados de alguna forma a la música
  • 228,000,000 de entradas de pornografía
  • 33,500,000 con interés en la lectura
  • 374,000 de cristianismo
  • 342,000 de poesía
  • 205,000 de ciencia


comparados con tan solo 87,100 interesados en resaltar los buenos modales.


Al igual que una masa que se eleva contra la gravedad gana energía posicional o potencial gravitacional a medida que su altura crece respecto del suelo referencial, así también los seres humanos escalamos a mejores estadios únicamente por la vía del esfuerzo continuado venciéndonos a nosotros mismos en lugar de dejarnos siempre llevar por nuestros propios instintos naturales... Podríamos incluso pensar, sin afán de ser mecanicistas, en la existencia de una función de energía potencial humana, entendiendo a la locura como un pozo de potencial de paredes con pendiente elevada.


De cualquier manera: Jamás esto funciona si el proceso de elevación de la existencia se realiza obligados por una norma, o por que el "que dirán" gobierna nuestras acciones; las persona a imitar y recordar son, han sido, y serán, seres humanos que han hecho, espontáneamente y como consecuencia de una profunda decisión propia, un largo e ininterrumpido esfuerzo por dominar un instrumento musical, incluyendo sus gargantas; por profundizar incanzablemente en una investigación científica cuando nada parece estar claro; por ensayar una y cien veces el salto hasta lograr lo inigualable, y


...y por hacerlo todo con amor del bueno, es decir, no pensando solo en sí mismos.
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Maravillosa América Latina

Siempre he admirado a Isabel Allende. Solo tengo que objetarle el haber decidido vivir lejos de Chile, su país natal del que tantas referencias hizo en sus primeros libros, los que escribiera antes de enfocarse profesionalmente en el incremento de las ventas.
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He admirado su valor al hacer continuas referencias de sí misma impregnando cada libro con sus propias experiencias, con sus abiertas opiniones y sus valientes confesiones. No se si con la fantasía trató de minimizar el protagonismo en sus libros, o si ha enriquecido con su protagonismo a la fantasía que ha vertido en cada párrafo de cada página de cada obra escrita.
Como sea sus libros contienen ingredientes suficientes para definir la idea, de que los latinoamericanos tenemos una propia y muy especial forma de abordar y vivir la vida.
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Y que decir de Garcia Marquez: mi agradecimiento inagotable por mostrar al mundo a una maravillosa Latinoamérica, en la forma de un Macondo desconocido, pero autosuficiente en economía, cultura, tecnología y conocimiento.
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Hay Macondos por doquier, aquí al sur del Rió Grande, aislados, olvidados, o desconocidos; no existen por (o para) ser reconocidos, ni deben su presencia a la moda caprichosamente cambiante de este mundo espectante y dependiente de las opiniones del país del norte, que en insultante acceso de soberbia generalizada se hace llamar América, como si los nombres de los países del resto del continente no existieran, como si esta bella variedad de culturas, de inquietudes y talentos sobrecogedores, de pueblos de valor inigualable, se hubiesen disipado ante el reciente aparecimiento de esa "cultura" sincretizada, poco tolerante, de talento original dudoso, con marcadas tendencias al irrespeto y al cinismo raciales, aun de sus propios congéneres, y con evidente apego a la degeneración y al abandono de costumbres de inapreciable valor cultural.

...en proceso...